La “Iglesia de los Murciélagos” así se le conocía a la Iglesia Los Dolores

Historia, arte, promesas, milagros, amor y compasión es todo lo que define a la Iglesia Los Dolores como la iglesia de los capitalinos, que desde hace 289 años forma parte de la vida de muchos feligreses.

Los capitalinos tienen una cita cada domingo para encontrarse con sus hermanos y con el divino creador en este lugar que ha sido desde siempre un hogar de devoción para los creyentes católicos.

Antes que existiera esta iglesia, yacía en el lugar un templo al que habitantes españoles de la época llamaron La Ermita de los Nativos, misma que fue levantada en el año de 1519.

Pero fue hasta 1732 que comenzaron las primeras construcciones de este colonial lugar el cual con los años vendría a perfeccionar sus detalles para convertirlo en uno de los edificios más emblemáticos del casco histórico.

El Pulso HN
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La construcción del templo fue emprendida por el sacerdote hondureño Juan Francisco Márquez, dando inicio a un lugar que sería morada de los religiosos de aquel tiempo y de sus futuras generaciones.

Hoy en día es de conocimiento de todos que la iglesia Los Dolores está ubicada en el centro de la capital, antes llamado Real de Minas de Tegucigalpa, específicamente en la plaza que también lleva su nombre.

El Heraldo

Este lugar actualmente es también escenario de un sin fin de eventos culturales y artísticos por ser considerado patrimonio de Honduras.

Usted se preguntará, por qué el nombre “Los Dolores”, pues este hace alusión al sufrimiento y el dolor de diferentes situaciones y realidades de la vida, así lo manifestó el párroco o encargado de la iglesia, Alexander Hernández.

A su vez relató que el nombre hace referencia a todas esas madres que han sufrido junto a un hijo como de igual manera lo habría hecho María por su hijo Jesús, dos imágenes tan sagradas para los católicos.

Desde la Fe
Desde la Fe

“Cuántos años de historia, cuántos feligreses, cuántas personas se han identificado con nuestra amorosa madre María”, expresó el párroco Alex.

Con una sonrisa como si sintiera muy orgulloso de este también su hogar, nos fue contando sobre las maravillas de la majestuosa edificación que van desde cada detalle de su arquitectura hasta la pasión de cada feligrés que a ella se congrega.

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La construcción de este templo representa aproximadamente 80 años de edificación en la que muchos compatriotas han aportado económicamente para que esta reliquia pueda ser conservada.

Sin embargo es notorio que este templo de fe necesita más del apoyo de sus feligreses, para que cada detalle que en él existe pueda ser conservado como corresponde.

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Según el párroco Alex, la iglesia antes era conocida como la Iglesia de los Murciélagos ya que cuando esta era una Ermita, sus puertas no se abrían frecuentemente y al hacerlo encontraban a murciélagos acampando dentro de ella.

Recibió durante años distintos nombres, también se le conoció como la Iglesia de los Pobres, ya que en la época colonial asistían a la Ermita, negros, mulatos y nativos reconocidos en aquel entonces como la clase baja.

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A su vez destacó que la iglesia era concurrida más por personas que en años anteriores vivieron en zonas aledañas, y a quienes su devoción nació en este templo, razón que las hace trasladarse cada domingo hasta el lugar.

Este recinto se ha convertido en un espacio de oración venerado por los capitalinos, y es considerado un símbolo de respeto para todos sus feligreses.

Al apreciar el interior del templo se puede observar inmediatamente la belleza de sus detalles arquitectónicos, algo que lo convierte en un tesoro del estilo barroco.

Vuelve al Centro
Vuelve al Centro

El atractivo de su fachada hace que capitalinos y turistas se detengan a contemplar el diseño de su exterior, a su vez aprovechan para tomarse algunas fotografías frente al emblemático templo.

Sin duda esta reliquia representa patrimonio religioso y cultural de Honduras, razón por la cual el párroco hace un llamado al cuidado y conservación del mismo.

“Debemos saber apreciar lo que tenemos, lo que es nuestro”, añadió.

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Indiscutiblemente esta joya destacada por su majestuosa, sin igual y señorial belleza, llena de orgullo a no solo los capitalinos sino también al país como tal, pues es parte del patrimonio cultural y exalta la identidad nacional que caracteriza a todos los hondureños.