¡Policía ejemplar! Perdió su mano en cumplimiento del deber

Por SAÚL CARRANZA/Especial para Radio House

 

Es 20 de julio y en Gracias, Lempira, hay fiesta y de la buena. No es para menos, pues ese día se conmemora el día del Señor de la Sierra, símbolo del orgullo nacional.

Los niños, vestidos de inditos  y portando sus flechitas, corren con felicidad en el parque de la ciudad, y las vendedoras afinan sus gargantas ofreciendo chicha, atol chuco, carnita asada, y los fuegos pirotécnicos aparecen en escena: ¡Bum, bum, bum! 
Todo luce en orden, pero una escena me atrapa: los niños de Gracias saludan y abrazan con mucho cariño al oficial uno, Fidencio Díaz.
Lo que me sorprende es que el hombre vestido de camisa azul cielo y boina azul no tiene el brazo izquierdo.
“Fidencio Díaz, oficial clase uno,  para servirle”, me dice y me da un fuerte apretón de mano.
“Soy policía desde 1982. A mí me motivó el eslogan dice ‘servir y proteger’, entonces eso me llena de orgullo el poder servir al ciudadano de occidente”, dice.
 “Pero mi vida  me cambió cuando me pasó este problema”, dice en tono suave, mientras su mirada se detiene en la parte inferior de su brazo izquierdo.

Hace cuatro años

El policía Fidencio Díaz , quien está casado y es padre de cinco hijos, trata de ser fuerte y se prepara para relatarme su tragedia que fue hace cuatro años.
“Ese problema que me pasó fue facilito, un borracho estaba siguiendo una señora y la estaba molestando. Yo salí con mi compañero  para calmar al borracho, pero luego la agarró con nosotros y andaba un machete”, comentó Díaz.
“Yo cometí el error de hacer un disparo al aire, porque usted sabe que uno como policía no puede matar a una persona, además no vale la pena.  Él corrió tras de mí, pero me resbalé en un barro, luego él llegó y me dio un machetazo y me cortó mi mano, mi mano salió volando”, expresó Díaz, mientras hace un esfuerzo por no llorar.
 “Gracias a Dios llegó mi compañero para rescatarme. Yo no puedo como policía agredir a un ciudadano. Fue injusto eso que me pasó. Por un machetazo perdí mi mano”, confesó.
“Perder un miembro es doloroso, eso no se lo deseo a nadie, puta, pero miré que  Dios ha sido tan lindo conmigo que me ha dado una moral alta. Yo no me ahuevo, porque tengo el apoyo de mi familia y de mis compañeros”, subrayó Díaz.
La fiesta sigue en Gracias y don Fidencio habla conmigo, pero está pendiente de la seguridad de los ciudadanos gracianos. Es un centinela…

¿Y la delincuencia don Fidencio?

“Ahh… eso lo tenemos controlado, siempre hay un par de picaritos, pero  aquí en Gracias la gente camina tranquila”, explicó.
“Mi familia quiere que deje la Policía, pero yo me niego, porque nací para proteger a los ciudadanos”, agregó.
“Yo me siento feliz por portar mi uniforme, aunque por ratos nos han tratado mal, pero aquí en Gracias los policías somos buenos”, apuntó.La marimba suena y el espectáculo debe continuar. La placa dorada de Fidencio Díaz brilla y el pecho se le hincha cada vez que lo saludan niños, jóvenes  y adultos.
 Tiene que marcharse para seguir cuidando a los gracianos. El oficial clase uno es de los buenos elementos de la Policía Nacional, un ejemplo de admirar.