Dennis Ávila: el escritor hondureño que aúlla en Costa Rica

Por: Óscar Flores López

Dennis Ávila juega con nuestros sentimientos y nos lleva con sus poemas y cuentos de la nostalgia al asombro, del amor a la indignación.

A pesar de que es un escritor brillante, Dennis no ha dejado de ser el muchacho sencillo que se crió en la colonia Centroamérica de Tegucigalpa, donde nació en 1981.

Hace unas semanas fui huésped suyo, y me abrió las puertas de su casa como si yo fuera un amigo de la infancia. (Hoy es un alero del alma).

A la derecha de la puerta de entrada está su rincón de libros clasificados por países y autores. Es un mundo mágico que cobra vida con los ladridos de sus cuatro perros, todos rescatados de la calle.

Con alma de niño, es de esos seres humanos que uno califica como de “demasiado bueno”.

Su cómplice en la vida, en el amor y en las letras, es Paola Valverde, una poetisa (o poeta, como exigía Clementina Suárez que la llamaran), pura vida, o, para ponerlo a la hondureña “súper buena onda”.

Ambos son dueños del Lobo Estepario, un restaurante ubicado en pleno centro de San José, donde hay buena comida y se respira arte, poesía, libertad, pasión.

Y vida, mucha vida.

La obra de Dennis ha sido traducida al inglés, portugués, italiano y, válgame Alá… ¡Al árabe!

¿Cómo será en árabe EL DOMADOR DE CUCHILLOS, el poema que evoca a ese personaje que llega a los barrios con el grito de batalla de “¡El afiladooooorrrrrr!”?

 

“Su voz recorre nuestras mentes

en busca de cuchillos.

¡El afiladooorrr! ¡El afiladooorrr!

Ópera que viaja por el tiempo

cortándolo todo”.

 

¿O en italiano los versos de LOS PIES EN LA TIERRA, donde se pregunta cómo fueron los primeros zapatos de su padre?

 

“Intento imaginar

los primeros zapatos de mi padre.

¿Temió gastarlos, a las cinco de la mañana,

para arrear las vacas

de los señores feudales de su infancia?”

Estos dos poemas están en su libro La infancia es una película de culto, un fascinante viaje de 66 páginas que uno lee en una sentada, pero al que se vuelve a abrir una y otra vez para reencontrarse con Mazinger Z o los pechos de Afrodita.

En mi estadía en su casa, Dennis me compartió uno de sus últimos relatos. “Cuando se lo leí a Pao empecé a llorar, man”, me contó.

Yo no lloré, pero cuando puse las cinco hojas sobre la cama, quedé con una profunda tristeza. Es tan intenso y real, que de repente a uno le entra la angustia de los pasajeros que van en un urbano de Tegucigalpa al que se suben varios delincuentes.

“¡Qué mierda! Acaban de entrar. No puede ser. Esto no puede estar pasando: ¡le dispararon a este pobre hombre en la frente! Ahora sí nos llevó putas!”.

La impotencia del protagonista es la misma impotencia que vivimos a diario en un país al que Dennis tanto extraña y que enaltece a través de su bella obra.

 

libro dennis

FOTO: Portada de la edición en Puerto Rico (publicada por Trabalis Editores), país donde estará el escritor Dennis Ávila para presentarlo el 28 de marzo.

Foto principal: JULIA HENRÍQUEZ