Don Elvin, el caballero de las fajas del centro de Tegus

Un caballero muy apuesto se encuentra sentado en una silla de lata color gris, con sus zapatos bien “chainiados”, su pantalón de tela con los quiebres exactamente como tienen que estar, su camisa por dentro y una faja de puro cuero, cien por ciento catracha.

Digamos que don Elvin Borjas es uno de esos hombres a la “antigüita” que le roba un suspiro a cualquier dama, más con su sonrisa de oreja a oreja, y su amabilidad. Eso definitivamente le suma puntos.

Él siempre se encuentra con una sonrisa muy coqueta, y un buen saludo para todo aquel que pasa por su puesto, ubicado en la esquina opuesta de la Catedral de Tegucigalpa, como táctica para conquistar a sus clientes a que le compren fajas.

Pues esta táctica sí que le ha funcionado muy bien ya que lleva más de 18 años vendiendo fajas en el mismo lugar.

Don Elvin nos cuenta que con esto ha logrado sacar a toda su familia adelante, pues “No no me ha ido tan mal en el negocio, con esto gradué a mis cuatro hijos y ahora ya solo mantengo a mi mujer”.

Él se levanta todos los días a las cuatro de la mañana para alistar sus fajas y pedirle a Dios que “Hoy sea un buen día”.

Para muchos es muy temprano, pero él ya está acostumbrado, ya que antes de dedicarse a este negocio era militar.

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Sí, así como lo leen: un ex militar vendiendo fajas. “Ay, mijita, al principio no me gustaba, pero  le tuve que hacer huevos por la necesidad”.

Él dice que con la pensión que recibe por servir a la patria durante muchos años, no le hubiera alcanzado ni para graduar a un hijo, así que tomo la decisión de vender fajas.

Asegura no tener ningún problema con nadie, porque ahí todo mundo lo respeta, aparte de tener los papeles de la Municipalidad en regla. El único inconveniente es aguantar sol y agua porque está en la intemperie.

Pero alto: todos quieren saber por qué fajas y no otra cosa. Pues esa misma pregunta le hice a don Elvin. La respuesta fue “Todo caballero camina una buena faja de cuero y qué mejor que cien por ciento hondureña”.

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Hay para todos los gustos, existen de todos los colores, de doble uso, fajas finas, hay otras más anchas, con hebillas grandes y pequeñas, en fin, una variedad muy grande, lo que no varía es el precio, ya que todas cuestan 200 lempiras.

(Un súper buen precio).

Mientras transcurría el tiempo me pregunta “¿Mija, y usted no tiene un caballero? Para que le lleve la faja cien por ciento de cuero, se lo aseguro que más de un suspiro le roba ese hombre”…

Ja, Ja, Ja, don Elvin y sus fajas para caballero.