3 de octubre de 1792: El día que Honduras vio nacer al hombre que más le amó

Fue un 3 de octubre de 1792 en que Tegucigalpa vio a nacer al hombre que quizás más amó a su país y a las cuatro naciones que integraban Centroamérica, hablamos de José Francisco Morazán Quezada, quien por su valentía y amor por la región es considerado como el «Paladín Centroamericano».

Aunque nunca fue un general, por respeto, sus seguidores le daban dicha mención, por eso, en varios escritos se puede apreciar que se le refiere a él como General Morazán y quizás eso se deba a sus amplios conocimientos militares y políticos, esto gracias a que fue un autodidacta, aprendiendo todo en la biblioteca de su tío, el señor Dionisio de Herrera.

Busto que se encuentra en Langue, Valle.

Morazán aprendió a hablar francés, eso le permitió leer obras como las de Montesquieu, las de Jean-Jacques Rousseau e historias que ya habían acontecido en otras partes del mundo, como es el caso de la Revolución Francesa, la historia de Europa y así como las biografías de líderes griegos y romanos.

Todos estos conocimientos fueron importantes para su carrera política y hasta en batalla, recordando la Batalla de La Trinidad de 1827. Cuando finalmente El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica consiguen independizarse en 1821, Morazán tuvo un rol muy importante para que estas funcionaran.

Lugar donde se habría llevado a cabo la Batalla de La Trinidad.

El 22 de noviembre de 1824 nace la República Federal de Centroamérica, un sueño hecho realidad para Morazán, porque las cinco naciones que amaba se habían unido como una sola. De esta, Morazán fue presidente en tres ocasiones, en la primera de ellas, desistió del cargo en 1829, pero lo aceptó para 1830-1834 y para 1835-1839, debido a la muerte de José Cecilio del Valle.

Además, fue el tercer Jefe de Estado que tuvo Honduras, tiempo en que le quitó poder a la Iglesia Católica, la cual, era muy dominante en los territorios centroamericanos. Curiosamente, para el momento de la muerte de Morazán, sonaron las campanas en las iglesias, pese a todo lo que había acontecido entre ambos, hubo un reconocimiento a la memoria del caudillo.

Imagen de Morazán en el billete de a 5 lempiras.

Escritos de Morazán que debemos leer por lo menos una vez en nuestras vidas

Uno de los escritos más famosos es el que se le conoce como Manifiesto de David, el cual fue escrito el 16 de julio de 1841, cuando el prócer hondureño había sido exiliado por parte de Rafael Carrera, un militar guatemalteco que tenía conflicto con los intereses de Morazán. En este texto, el hondureño critica a los conservadores que se encontraban en el poder, mismos que lo odiaban por ser diferente.

«Hombres que habéis abusado de los derechos más sagrados del pueblo por un sórdido y mezquino interés con vosotros hablo enemigos de la independencia y la libertad», dice una parte del escrito, donde el paladín hace énfasis en que esta patria es de todos y no solo de ellos.

Placa que se encuentra en la Estatua ecuestre de Morazán en Tegucigalpa.

Todos estos problemas fueron la causante que provocaron de injusta manera que al hondureño se le haya fusilado, después de un juicio de a mentiras. «Declaro: Que no he merecido la muerte, porque no he cometido más falta que dar libertad a Costa Rica y procurar la paz a la República. De consiguiente, mi muerte es un asesinato, tanto más agravante, cuanto que no se me ha juzgado ni oído. Yo no he hecho más que cumplir las órdenes de la Asamblea, en consonancia con mis deseos de reorganizar la República», dicta una parte de su testamento, mismo que fue escrito por su hijo, mientras él le dictaba detrás de las rejas.

Francisco Morazán falleció el 15 de septiembre de 1842, tras ser fusilado en San José, Costa Rica. Sus restos fueron trasladados hasta El Salvador, tierra a la que siempre le tuvo un amor especial, esto debido a que los salvadoreños fueron el único pueblo que se mantuvo fiel con él.

Estatua en el Parque Central de Tegucigalpa.

Para cuando Marco Aurelio Soto junto a Ramón Rosa mandaron a crear la estatua ecuestre de Francisco Morazán, al momento de su instalación en el Parque Central de Tegucigalpa, fue colocada con dirección al sur, o sea, viendo hacia a El Salvador, no obstante, después de varias remodelaciones, se fue cambiando su orientación, encontrándose ahora apuntando con su espada hacia el norte, una muestra de la falta de respeto que aún tenemos por quienes han amado a nuestro país.

Esta es la historia del hombre que por su visión futurista fue asesinado, este el hombre que amó como nadie a las cinco naciones de Centro América, este fue Francisco Morazán.