Frente al mar Caribe, abrazada por las montañas y bañada por una brisa que huele a historia, Trujillo celebro cinco siglos de existencia, fundada el 18 de mayo de 1525, esta ciudad se ubica en el departamento de Colón no solo es uno de los asentamientos más antiguos de Honduras, sino también un tesoro que late con fuerza entre el pasado y el presente.
En su 500 aniversario, Trujillo invito a redescubrirse, a sentirse, a ser valorada no solo como destino turístico, sino como una parte esencial de nuestra identidad nacional.
Una ciudad que nació mirando al mar
Trujillo fue fundada por los españoles bajo el mando de Juan de Medina, y su nombre proviene del conquistador Francisco de las Casas, originario del municipio de Trujillo, en España. Pero antes de la llegada europea, estas tierras ya eran hogar de pueblos originarios como los lencas, tolupanes y garífunas, cuyas raíces aún florecen con fuerza en su gente, en sus ritmos, en sus sabores y en su memoria colectiva.
Se cumplieron 500 años de aquel punto de partida colonial, Trujillo conserva en cada rincón una parte viva de esa historia: desde los cañones que aún custodian las murallas de la antigua Bárbara, hasta los vestigios de la primera catedral construida en tierra firme del continente americano.
Un paraíso natural y cultural
Caminar por las calles de Trujillo es encontrarse con el alma de Honduras. Sus playas de arena blanca, tranquilas y cristalinas, son un refugio para quienes buscan paz. La bahía de Trujillo, considerada una de las más bellas de Centroamérica, se extiende como un espejo turquesa que refleja el cielo y guarda secretos del pasado.
Sus riquezas naturales siguen impresionando: el Refugio de Vida Silvestre Laguna de Guaimoreto, hogar de aves, reptiles y manglares; las imponentes montañas Capiro y Calentura, que resguardan mitos, leyendas y senderos ideales para el ecoturismo. Y en sus comunidades garífunas, como Santa Fe y Cristales, late el tambor ancestral, la danza punta y una cosmovisión única que honra la tierra y el mar.

Gastronomía con identidad
La comida en Trujillo es una experiencia que alimenta más que el cuerpo. El sabor de la machuca, plátano cocido machacado con sopa de mariscos y coco, el pan de coco, las tortillas de yuca, el tapado o el guifiti artesanal, no solo deleitan, Cada plato cuenta una historia de mestizaje, resistencia y creatividad.
500 años de resistencia y orgullo
En el marco de su V Centenario, Trujillo también rindió homenaje a su pasado indígena. Un busto del cacique Pizacura, líder lenca que encabezó la resistencia contra los conquistadores en 1526, fue develado en el malecón. Su figura simboliza la lucha por la tierra, la dignidad y la soberanía de los pueblos originarios, muchas veces visibilizados, pero siempre presentes.
Un llamado a valorar y preservar
Visitar Trujillo es más que hacer turismo. Es sumergirse en un relato vivo de Honduras, es escuchar las voces del pasado mezcladas con las del presente. Es apreciar la arquitectura colonial que aún se mantiene en pie, los murales que narran su historia, las ferias culturales que celebran su diversidad, y sobre todo, es conectarse con una ciudad que resiste al olvido y florece en la memoria.
En el corazón del Caribe hondureño, Trujillo sigue esperando con los brazos abiertos. Que sus playas no solo sean postales, que sus calles no solo sean pasos, que su historia no solo sea recuerdo, sino orgullo.