El niño de Choloma, el niño de Siria

Estoy con un nudo en la garganta y mis ojos llorosos porque me duele ver la indiferencia que mostramos  con  nuestro prójimo. La maldad se expande cada día como una pandemia mundial.

Olvidamos por completo el mandamiento que Jesús nos dejó: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.

Al ver estas dos imágenes se me parte el corazón en pedacitos y es inevitable que no me rueden las lágrimas, lo primero que pienso es ¿Qué estarán pensando estos niños? ¿Cómo se sentirán?

Yo sé que la última suena demasiado absurdo  y hasta tonto, porque es de lógico que la están pasando mal pero fue inevitable no hacerla.

El niño de Choloma, a quien le acaban de matar a su padre. El niño de Siria, que acaba de sobrevivir a un bombardeo.

Para responder la primera pregunta solo se me vino a la mente, tengo 23 años probablemente les triplico la edad a estos pequeños y si mis padres llegaran a faltar hoy, mi mundo se vendría abajo.

¿Qué será de un niño que a los cinco y siete años le quitan al amor de su vida, a su superhéroe, su protector, al único que le curaba los raspones?

¿El que en las noches siempre estaba ahí por si tenía una pesadilla? ¿En la mañana le tenía su desayuno y su merienda lista?

¿El que le enseñaba a hacer las mejores jugadas con la pelota?

Nadie les pudo dar ese abrazo porque hoy por hoy pasamos más ocupados en estupideces, tales  como:

Tener el celular más caro porque, parece que nos agrega un valor extra de quienes somos.

En visitar lugares extremadamente caros tal vez para aparentar una vida que ni siquiera nos pertenece.

En capturar Pokémon.

En abrazar y dar picos a jugadores, cantantes o políticos que nunca más se van acordar de nosotros y muy probablemente se echen desinfectante porque fijo les ocasionamos asco.

En abrazar a un desconocido por la celebración de un gol.Lo que importa es sacar la noticia primero, y salir mañana a pegar por todos lados la gran portada, para ver cuánto dinero hacemos.

Chismear cuantos tiros le metieron y cómo quedó el muerto.

Ahora más que nunca creo que la capacidad de inteligencia del ser humano es tan grande como la estupidez que logramos desarrollar.

Son dos niños de países diferentes, culturas totalmente distintas, con horarios abismales, sus rasgos no tienen ningún parecido, tampoco su idioma pero, son seres humanos, son hermanos nuestros, son nuestros prójimo, y si no nos duele a nosotros a nadie más le va a doler

Aquí no se trata de cuestiones políticas, económicas, sociales, culturales aquí se trata de cada uno de vos y yo, de promover el verdadero amor, la sensibilidad, compasión.

Y con esto me despido

“…Cuando sientes compasión, del amigo y su dolor, cuando miras la estrella, que oculta la niebla, hay paz en tu corazón, más allá del rencor, de las lágrimas y el dolor, brilla la luz del amor, dentro de cada corazón…”.