Dennis Ávila tiene corazón de niño. Y mirada dulce de niño, y sonrisa de niño, y la ingenuidad de un niño, y la picardía de niño.
¡Es que su alma es la de un niño!
Pero como escritor, Dennis -a quien empecé a querer desde que puse un pie en su casa en San José, Costa Rica-, ya es mayor de edad.
Su más reciente obra (ROPA AMERICANA), tiene rendido a los ticos, que, como todos bien sabemos, tienen paladar refinado por la buena literatura.
Nacido y criado en Tegucigalpa, graduado del San Miguel, hincha del Olimpia, Dennis dejó de ser hondureño y, al igual que Morazán, se convirtió en un ciudadano centroamericano.
Sin embargo, y sin proponérselo, sigue siendo uno de los principales embajadores hondureños por el mundo. Y esto con apenas 36 años que están a la vuelta de la esquina, pues los cumple el 13 de septiembre.
Enciendo una vela/a San Francisco Morazán:/soy tan hondureño/como si hubiera nacido en Guatemala -dice en Primera Frontera.
El espíritu de Dennis ha sido reconstruido con pedacitos de cada uno de los países de Centro América: polvo sagrado de sus volcanes, agua que baja de las montañas, neblina que toca los cielos, arena de mar, tambores africanos, manos miskitas, sangre chorotega, grano de café, raíz de árbol…
Pero no está solo en su grandeza. Pues a la par de un gran poeta está una gran poeta: Paola Valverde, su esposa, otra alma dulce que, al igual que Dennis, tiene corazón de niña. Y mirada dulce de niña, y sonrisa de niña, y la ingenuidad de una niña, y la picardía de niña.
¡Es que su alma también es la de una niña!
(Por cierto: Pao publicó Las Direcciones Estelares, otro éxito literario en Costa Rica).
Nada es perfecto. Y aquí va una crítica para ROPA AMERICANA: ¿Cuándo van a tender esta obra en los lazos de alguna librería hondureña?
Felicidades amigo-hermano-alero, por esos versos que nos tocan el corazón.
PRIMERA FRONTERA
Nací en Centroamérica.
Soy el velero de los desposeídos.
Suelto mis recuerdos
como viejos latidos en una encrucijada.
Gasto mis ojos en las despedidas
mientras cruzo el zaguán
de esta memoria
aprendida a golpes.
Evado estos pinos muertos.
Arranco de mis miedos
el sentido de una batalla perdida.
Cargo la primera piedra
y la última.
Enciendo una vela
a San Francisco Morazán:
soy tan hondureño
como si hubiera nacido en Guatemala.
AMÉRICA
Su historia es la de muchos
que sostienen en la mirada
un pedacito de futuro.
Trabaja en cualquier cosa
que mantenga en pie
sus ignoradas manos de artista.
Envía algo de dinero
para que su familia
no muera de hambre.
No sé cómo ha sobrevivido:
está más sola
que una artesanía lenca.
Su nombre pertenece
a la extensa lista
de los tiempos difíciles.
América no es un continente,
pero hoy me duele
más que el mundo.
(Las direcciones estelares, Paola Valverde)
LA VIDA ANTES DE LA VIDA
Los ríos perpetraban la corteza de los árboles
la voz de la selva
permanecía campante
¡Fuerte como el jaguar
valiente como la anaconda!
Antes de nacer
fui un diminuto botón de luz
Tomé forma de cordillera
exploté en tonos turquesa
y de la sangre
almacenada en mi sexo
brotó
una estampida de colibríes
El Fuego
era un hilo costurado al sol
El verde
no domaba la llama
La mujer que custodiaba la tormenta
dejó caer los rayos
y se convirtió en pájaro
BÚSQUEDA DE VISIÓN
A Mama Andrea Atekokolli
Subo a la montaña en busca de tonos
que habiten el verde
Con este tabaco entrego la palabra
Mis lágrimas
linternas
sobre el horizonte
abren un camino para hallar la visión
Los hombres que ignoraron al Fuego
plantaron cemento
encima de templos naturales
Un árbol
rodeado con mis rezos
me enseña a echar raíces
En esta circunferencia
cuyos únicos habitantes
somos la hormiga
el árbol
y mi espíritu receptor
escribo
La Madre Tierra cultivó los naranjos
junto a las plantas de salvia
y el macizo
que alberga a las estrellas de anís
Cargo una bolsa con azahares
puestos a secar
Mis manos desplegaron la mazorca
Los injertos de tabaco
revelaron mensajes en su piel
Soy el principio y el fin
adentro del silencio
un fractal
como el centro de un girasol
o un helecho
contiene toda la información
que creía oculta
FOTOS CORTESÍA DE ARNOLDO MARTÍNEZ Y MARIANELA TORTÓS