Honduras, ¿un pueblo sin autoestima?… (Y las baleadas)

Por Raúl Gutiérez GUTI/periodista español radicado en Honduras

Iba a decir que me sorprende, pero la verdad es que me molesta cómo algunos, por lo general políticos, dan tanta importancia al hecho que un “chino, japonés de Taiwán”, o un chelito alemán digan lo bonito que es Honduras o lo rico que es el café catracho.

¿Acaso necesita el hondureño que se lo recuerden?

La última ha sido la noticia de la baleada, que muchos se han tragado, no la baleada, sino la noticia que obviamente era falsa.

El famoso chef Gordon Ramsay decía -según la noticia-, que la baleada era el mejor platillo de Latinoamérica, obviamente aunque fuera cierta la noticia este tipo no tiene ni puñetera idea, “platillo” dice… “Platazo”, señor Ramsay, creo que la baleada es sin duda una de las octavas maravillas que tiene este país.

Por desgracia, con tanto medio amarillista parece que todo lo pasa en este país es malo, lo cual no es cierto, pero tampoco podemos negar la realidad o tapar el sol con un dedo, como dicen acá, y por desgracia para muchos hondureños hasta comer una baleada o disfrutar del café cada día se convierte en una carrera de obstáculos.

Ahora existe esa moda de criticar al que se queja, porque “se da mala imagen del país”… Un disparate, la gente no vive de las palabras de un grupo de amigos gringos sobre los paisajes bonitos  de Honduras ni de “reconocimientos a las baleadas”.

Berta Cáceres con su lucha y Guillermo Anderson con sus canciones defendieron y contaron la belleza de Honduras, hablen de ellos, su legado es lo que tienen que contarle a las generaciones venideras, la forma en la que miraban esta tierra.

Está bien que los turistas opinen buenas cosas de este país, opinar lo contrario no tiene lógica, pero darle tanta relevancia o “esa necesidad” que los de fuera hablen bien me parece una actitud mediocre, los gobernantes lo que tienen que hacer es hacer bien las cosas para que sean los hondureños los que hablen bien de su tierra, que de hecho lo hacen a pesar de todo.

Siempre he creído que el hondureño quiere y ama su tierra; sin embargo, el contexto le impide disfrutar de ella. ¿Se han preguntado cuántos de sus compatriotas no pueden permitirse ni siquiera ir a Roatán o cuántos ni conocen el mar en un país bañado por dos océanos?

Para algunos hondureños este país es como esos escaparates tan bonitos, lujosos que uno solo puede mirar y soñar con que algún día podrá entrar a esa tienda y comprar.

Honduras es un pueblo con autoestima más que suficiente, su gente ama su tierra y conocen las bellezas que esconde, nunca nadie me ha dicho una mala palabra de este país, la delincuencia y la corrupción no son parte de Honduras, esa la trajeron esos que se empeñan en buscar testimonios positivos sobre Honduras fuera de este país.