La tragedia de Anna Muñoz: que su vídeo cayó en manos de un cobarde

Por CLAUDIA MENDOZA/Periodista hondureña

No conozco a Anna Muñoz, la (hasta ahora) presentadora del noticiero Telenoticias cinco (TN5), matutino. Profesionalmente no comparto muchos de sus criterios (los que emitía en el noticiero), pero eso es “harina de otro costal” porque lo que quiero es referirme a su condición de mujer y exteriorizar algunos apuntes en relación con el tema que la llevó a la exposición pública y ahora a su despido de la Corporación Televicentro.

A ver moralistas:

¿Cuántas y cuántos de ustedes no han tenido un encuentro sexual con ustedes mismos (de diferente manera)? ¿Cuántos y cuántas, en la intimidad con sus parejas, se han sacado fotos o videos (después borrados), o por lo menos lo han pensado?

La tragedia de Anna Muñoz radica en que su vídeo cayó en manos de un cobarde misógino, que vio en ese deleznable acto una manera de exponerla públicamente, por alguna razón que desconocemos, y que para mí no es más que un ejercicio de poder.

Pensemos un rato a la inversa. ¿Qué tal si en el vídeo hubiese aparecido alguno de sus colegas varones o quizás su compañero de set? ¿Cómo hubiese reaccionado la sociedad?

En los grupos de chats de periodistas, de los que formo parte, he visto ir y venir vídeos e imágenes de penes y, sin empacho, los comentarios han girado alrededor de valoraciones que afirman hombrías, de reafirmación del poder fálico.

Jamás he leído o visto escarnio tal como el proferido a las mujeres, incluso si ese hombre es una figura pública. Más bien, es algo así como: ¡Mírenme, mujeres, pónganme atención, soy macho!!

La nueva “onda” parece ser la táctica de intimidar, silenciar, chantajear, exponer o humillar a las mujeres con las fotos y videos que, en un ámbito íntimo y privado (por probables acuerdos mutuos de pareja), deciden hacerse.

Esta táctica, más común cada día en las redes sociales, deja expuestas a las mujeres para ser agredidas verbalmente con lenguaje o imágenes vulgares.

Retomando el caso de Anna, “la cereza del pastel” en esta situación es haber sido despedida de su trabajo, pese a su condición de madre soltera y entiendo que aquejada por una terrible enfermedad.

Antaño se conoció de otros casos de mujeres que fueron expuestas de esta misma forma y cuyo costo a pagarse fue la estigmatización y la discriminación social. De víctimas pasan a ser revictimizadas con las imposiciones sociales.

Lamento que en esta sociedad se siga estigmatizando la sexualidad de las mujeres, que se siga concibiendo que el disfrute del placer sexual es solo de los hombres y que cuando se vuelve público el placer de una mujer, se vuelve condenable, censurable y hay que mandarlas a la hoguera.

Mi solidaridad no solo con Anna, también con todas las mujeres que han tenido la desdicha de conocer a algún desgraciado poco hombre que olvida que nació de una mujer, que tiene hermanas, esposa e hijas.

Posdata: si va a opinar sobre el tema con miras a crecer, son bienvenidos sus comentarios. Si yo también seré objeto de escarnio por escribir estas líneas, absténgase de hacerlo porque será censurado.