El Orgullo Catracho

Dudo que los que somos de fuera en algún momento nos atrevamos a criticar a cuestionar el amor que los catrachos tienen por su tierra, sus costumbres, en definitivo por todo aquello que se respire hondureño.

En el fútbol ocurre lo mismo, los hondureños presumen de su H, una selección que a pesar de las adversidades y limitaciones, en términos económicos, de infraestructura, escuelas de fútbol, etc, ha logrado clasificar a dos mundiales seguidos. Estoy seguro que aunque eso no hubiera pasado seguiría igual de orgullosos de su equipo.

Los catrachos también están orgullosos de sus legionarios, de aquellos que representan el nombre de Honduras en el extranjero, de Nàjar, Emilio y compañía, en definitiva el hondureño está orgulloso de su fútbol.

Sin embargo hay algo en el fútbol de lo que los hondureños no se sienten del todo orgullosos, su liga nacional, su campeonato doméstico, tengo amigos que prefieren ir a hacer “mandados con su doña” antes de ponerse a ver un partido  por televisión y mucho menos de ir al estadio.

Primero fueron los violentos los que alejaron a las familias y los aficionados de acudir en masa a animar a sus equipos, hoy en dìa las pésimas infraestructuras, y la pésima promoción de esta competición la han relegado a un espectáculo de “segunda” al que solo se asiste en caso de no haber no otra alternativa.

A esta desgana han contribuido los dirigentes de algunos clubes que no terminan de comprender en que época estamos y se han acomodado, manejando sus instituciones como equipos de burocrática.

Esta semana algunos partidos se han reprogramado hasta 3 veces, cuando hay final de NFL, Barca o Madrid, o un concierto del Buki se cambian los partidos, la liga es la fea y se puede hacer lo que sea con ella, no importa, todo es màs importante que la liga nacional.

Los clubes no entienden el mensaje y salvo campos como el de Tocoa, Progreso o Juticalpa, los demás estadios parecen “burdeles en cuaresma”. Es fundamental no hacer coincidir partidos a la misma hora, promocionar mejor los partidos, facilitar las llegadas de las familias, de los grupos de las iglesias, arreglar los estadios, un sin fin de mejoras que regresen a la liga nacional a los catrachos.

Es hora de que los hondureños vuelvan a sentirse orgullosos de su liga, que vuelvan a vibrar, que se tenga que cerrar todo porque juegan Olimpia Motagua o el derby sampedrano, que la Ceiba recupere esas noches de fiesta entre el Vida y el Victoria, en definitiva es hora de que el orgullo catracho vuelva a sentirse por la liga nacional.