¡Hola amigos de Radiohouse.hn!
Estaba decidiéndome entre comentarles anécdotas, datos interesantes de jugadores, clubes y eso que siempre sirve para alimentar nuestra memoria futbolera y que quizás siempre sacan sonrisas, y la mayoría gustamos de leer, pero hoy quiero dar mi opinión sobre una situación que afecta nuestro fútbol hace mucho rato y que en definitiva todavía no terminó: Las Barras “Bravas”.
Quiero comenzar haciendo ciertas interrogantes: ¿Las Barras de los equipos pueden llamarse hinchas? ¿Pueden considerarse aficionados de verdad?
En algún libro alguna vez leí “La hinchada es la voz del estadio”. Me parece muy apropiado, el fútbol es un deporte que se ejerce por 22 personas luchando y jugando con un balón dentro de un rectángulo de césped, tierra, barro, arena, un árbitro que impone justicia y como un componente trascendental: La afición, esa que grita y alienta en las buenas y en las malas mucho más, pero dentro de esa afición noble, ¿Merecen entrar las barras?
Me encanta el término “barra” tomando como referencia el sentido literal de la palabra como un grupo de personas que apoyan, pero me disgusta enormemente cuando estas se transforman en “Barras Bravas”, vivimos en una sociedad donde abundan los escenarios lamentables y son pocas las situaciones en que podemos desligarnos de la situación actual, una de esas cosas es el fútbol que sirve como escaparate del estrés rutinario, pero que muchas veces se ve afectado por grupos violentos.
Por qué una barra de este o tal equipo se atreve a desangrar la pasión de miles de hondureños, ¿Con qué derecho se atreven a irrumpir el más noble de los sentimientos? ¿Con qué objetivo? ¿Con qué intención?, a caso no se dan cuenta que sus actitudes habituales alejan las familias, los niños, alejan la fiesta de los juegos y de a poco hacen agonizar un fútbol que tiene potencial tremendo para crecer, pero que conductas irracionales nos condenan a la desgracia y nos dejan un futuro muy poco alentador.
Me encanta esa estampa futbolera, el colorido en las gradas, un equipo siendo apoyado moralmente desde la platea más alta hasta la más baja, pero lo imperdonable es confundir la acción de “apoyar” y “defender los colores” actuando de forma agresiva suponiendo defender los sentimientos por tal equipo y lo que realmente defienden son sus intereses propios o de grupo en base a violencia y conductas propias de inadaptados.
El fútbol por si mismo no genera violencia, genera felicidad, genera admiración, y ciertos personajes lo encuentran como canal para expresar su agresividad. Entrar en el tren del fútbol es sencillo, pagás 50 lempiras y estás adentro, y en ese momento con solo fabricar fervor descontrolado, agitar los brazos, e idealizarse como hincha de tal equipo estás capacitado para ser uno de la barra, pero… ¿Necesitamos más gente de la barra o más aficionados de verdad?
Habría que entender ciertos factores que hacen que las familias y los aficionados, los de verdad, estén alejados de su recreación habitual en un estadio de fútbol, uno de estos es la inseguridad y sin dudas una de las excusas más escuchadas “La salida del estadio me van a pelar”, “A la salida del estadio me encuentro con la barra pidiendo”. ¿Es necesario llegar a esos extremos?
El fútbol sin barras si sigue siendo fútbol, pero no concibo un fútbol sin barras, pero necesitamos barras que ejerzan como tal, como un grupo de personas identificadas con sus colores, que expresen sus sentimientos sin recurrir a la violencia en su forma de darlos a conocer, en pocas palabras que apoyen, solamente.
Estoy a favor, y creo que todos deberíamos estarlo, de crear una conciencia colectiva de paz en los estadios, en sus alrededores, en las colonias, en todo nuestro país. Los dueños reales del fútbol somos todos, la pelota está en campo de todos, la disciplina y el respeto son indispensables para mantener vivo el fuego de la pasión y para mantener viva la fiesta del fútbol. Suena bonito, por desgracia es difícil de conseguir, espero que alguna vez podamos conseguirlo.
Abrazo de Gol y nos leemos hasta el otro miércoles…