¡Hola amigas y amigos de Radiohouse.hn!
Qué rápido pasa el tiempo, llegué a la undécima columna, esperemos que sean muchas más. Hoy voy a hablar de un equipo de 10 que hizo un partido de 10. ¿Se animará algún equipo en Saturno a jugar contra el Barcelona?¿Habrán creado algún sistema táctico en Plutón que pueda detener al mejor equipo de la Tierra?, interrogantes al aire y quizás sin sentido pero que llevan un fin bien pronunciado, el partido del Barcelona el Sábado recién pasado fue una obra de niveles superlativos que termina por despejarme y reforzarme la idea que una táctica adecuada junto a un ideal fútbolistico perdura por los tiempos, si esta se practica de la manera correcta. Porque de aquel Barça de Pep hasta este Barça de Luis Enrique lo único que cambia es la presentación porque la profundidad es la misma.
Una paliza alucinante. Una diferencia escandalosa. Un equipazo que redujo a un equipo de la categoría del Real Madrid a la categoría de equipito, siendo generosos. Aplastante. Enorme. Humillante. Perfecto. Con una mano adelante y otra atrás fueron saliendo Cristiano, James, Bale, Benitez…
El show fue específicamente lineal, el guión fue el mismo toda la noche. Un guión sorpresivo que prometía, al menos en la previa, un duelo entre dos gigantes y a la hora sólo dejó descubierto a uno. De principio a fin sólo hubo un equipo en la cancha. Un show que comenzaba sin uno de los actores principales que miraba brincando de ansiedad con cada jugada desde el banquillo, Messi. Alguna vez se destacó la ‘Messidependencia”, y en alguna ocasión pudimos estar de acuerdo que un jugador de la talla de Lio siempre te causa por inercia un sentido de dependencia a su magia. Esta no fue la ocasión, en la cancha se desplegó fútbol, puro fútbol.
Sin el mago principal, el lugar estaba cedido para quien lo tomara, y no lo tomó uno, lo tomaron varios, todos encomendados por un cerebro de la pelota, don Andrés. Un crack silencioso que pone a Jugar a los chiquilines a un estatus de gloria. Entre una y otra acción sucedieron cientos de toques blaugranas, que reducían a tarascones la moral de los futbolistas vestidos de blanco. Parecían fantasmitas que, incorpóreos, no podían atrapar o, cuanto menos, interceptar la pelota. Para Real Madrid todo fue frustración, todo fue dolor. Parecía perdidos, sólo corrían sin destino, intentando escapar, o aguantar, nunca se supo realmente. Sus esperanzas puestas en un ‘7’ que jamás apareció, y digo nunca porque en ese mano a mano contra Bravo, ese no era Cristiano, ni la sombra. Eso si, Bravo bravísimo.
En uno de los relatos españoles escuché ‘El Barcelona anesteció al Real Madrid y luego pegó cuando estaba dormido’, me pareció sensato, realmente fue lo que sucedió. La anestecia se produjo por tanto toqueteo, tanto derroche de precisión, que finalmente hizo terminar el balón en los pies de Sergi Roberto, un joven ávido de gloria, y que su calidad le proporciona la oportunidad de lograrla, luego le puso una asistencia deliciosa a Suarez para que de tres dedos sentenciara a un Real Madrid que no tenía ni la más mínima idea de la bomba que se le venía encima ante la mirada inerte de sus aficionados.
Volvía a comenzar la anestecia, poco a poco Real Madrid se posicionaba a la defensiva, los de Luis Enrique se adueñaban del campo visitante, cuando enmedio de la siesta merengue apareció un fantasma y bombeó la bocha para que Neymar autografiara el segundo gol. La fiesta parecía tomar forma. En el epílogo del primer tiempo Marcelo de cabeza retrasó la usurpación del orgullo Madridista, solo la retrasó porque habría tiempo de sobra para que el Barcelona le arrebate hasta la vergüenza.
Para el segundo tiempo nada cambió volvía y volvía el tic tac hipnótico.¿Cómo podés creer que el segundo tiempo será más prospero si los jugadores en cuestión se muestran desorientados como perdidos del mundo? La magia no tiene tiempos, Iniesta anotó su nombre con grandeza, y no lo digo por el soberano golazo, lo digo por manejar un elenco, por manejar la historia del Barcelona y plasmarla en los 90 minutos, bueno, menos minutos porque salió aplaudido, por ser el jefe de la Orquesta azul y granate. El golazo sólo es la cereza del pastel. El cuarto gol fue por la inercia. Barcelona inclinó la pendiente e hizo que el Real Madrid rodara y rodara hacia el precipicio donde nunca pudo salir y no hubo para más, la bomba culé explotó. Uno de los objetivos a comienzos de temporada y ya como regla general en el fútbol son los clásicos. No los podes perder, tenes que ganarlos porque no son tres puntos los que estan en juego, es el orgullo.
El Barcelona puso la música. Fue una orquesta. ¿El Real? Una banda. El equipo de Luis Enrique es puntero de la Liga y cacheteó a su archirrival, ¿Y ahora, quién lo para?
¡Feliz semana, nos leemos el otro miércoles, Abrazo de gol!