Tengo algunos miedos en mi vida, pero darle la mano, un abrazo o estar cerca de un gay no es uno de ellos…
He decidido tocar este tema a pesar de que sé que no le caerá en gracias a muchas personas, especialmente a aquellos –y aquellas-, que sienten escalofríos cuando ven a un homosexual/lesbiana.
Hay que aceptarlo: somos una sociedad homofóbica.
En Honduras, que un gay diga (como en una entrevista que le realicé a Migue Caballero Leiva hace unas semanas), que lo que busca en un hombre compañía y buen sexo es casi un delito.
¡Crucifíquenlo!
O agárrenlo a pedradas.
Siempre me he preguntado qué haría Jesucristo si se encontrara en la calle con una lesbiana.
Por lo que he leído del GRAN J, lo más seguro es que le daría un abrazo y la invitaría a comerse un pescado frito cocinado por Pedro.
Me parece un error señalar-criticar-acusar- a alguien por su orientación sexual.
Así como los hombres y las mujeres, los gays (no me gusta el plural gais), son personas con sentimientos, virtudes y defectos, sueños, metas, esperanzas, frustraciones, desamores, tristezas y alegrías, pasiones, debilidades, fortalezas…
¿Quién soy yo para señalarlos?
Ojo, que la intolerancia y el irrespeto a los derechos y gustos de los demás nunca han dejado nada bueno.
Allí tenemos como ejemplo a Hitler, Stalin y otros verdugos que asesinaron a millones no solo pos cuestiones políticas y religiosas, sino también por orientaciones sexuales.
La comunidad lésbico-gay realiza grandes aportaciones en áreas laborales, políticas, económicas, culturales, artísticas y deportivas. Y en este país no es la excepción.
Entonces, ¿por qué cerrarle las puertas?
¿Por qué discriminarla?
TOLERANCIA. Esa es la palabra clave.
Aunque la sociedad hondureña se ha abierto mínimamente cuando de homosexuales y lesbianas se trata, ellos siguen siendo tratados como un sub-grupo.
¡Ni un leproso provoca tanta rechazo!
Cada uno decide de quién es amigo, con quién se lleva, a quién ama… ¿No querés que un gay o lesbiana esté en tu círculo íntimo o cercano? ¡Tenés derecho, es decisión tuya!
Mi mensaje: si no les vas a tender una mano… ¡Tampoco les hagás zancadilla!