Nunca tuve ninguna duda en que COPÁN ÁLVAREZ iba a triunfar en Estados Unidos. Es verdad que su aventura en una de las cadenas de noticias más importantes de ese país apenas inicia, pero va a paso firme.
Recuerdo su sentimientos encontrados a pocos días de su viaje. Todo se había dado a una velocidad abrumadora, y le tocaba dejar -por un par de meses, a su esposa y a sus dos bellos hijos-.
En medio de la entrevista se quebró emocionalmente y lloró, pues le mataba en el alma la incertidumbre de no saber cuándo volvería a ver a sus padres.
Siempre he creído -y lo sostendré hasta que me muera-, que nadie es buen periodista si no posee valores éticos. Copán no vive del periodismo, sino que vive para el periodismo, y por eso -además de su profesionalismo-, es en mi opinión, un GRAN periodista.
En un gremio desprestigiado por periodistas que con una mano agarran el micrófono o le dan a las teclas de las computadoras, y con la otra agarran dinero bajo la mesa o frente a otros, tal es el descaro en el que se ha caído, el hecho que alguien como Copán haya sido contratado gracias a sus cualidades, profesionalismo y honestidad, es una luz para aquellos jóvenes que recién inician sus carreras.
Copán, en poco tiempo, ya es una de las caras conocidas de TELEMUNDO-NBC Deportes, y es identificado no solo por la numerosa colonia de hondureños en Estados Unidos, sino que por otras como la mexicana, salvadoreña, guatemalteca, estadounidenses y de varios países de América del Sur.
No es fácil para un hondureño abrirse pasos en un mercado tan competitivo, exigente e inmisericorde como el gringo. Allá, el que no es bueno es desechado con la misma frialdad de un mes de diciembre en Nueva York.
Periodistas como Copán deben ser uno de los espejo y ejemplo a seguir por los periodistas hondureños. Porque solo con pasión y con excelencia se puede llegar lejos.
La mediocridad, el arrastre, la falta de cultura, la haraganería y el cinismo con el que se realizan actos de corrupción pueden dar una falsa sensación de éxito ante la sociedad, carros nuevos, casas, viajes al exterior, pero no pueden comprar el respeto y la admiración de los demás.
Sé que el éxito no cambiará a Copán, y que seguirá siendo el mismo de siempre: buena onda, sin poses y despreocupado.
Y con un amor enfermizo por el fútbol.
Este Copán -como el que está enclavado en las montañas del occidente-, es una orgullo para el país…