Los mensajes subterráneos en las horchatas Welcome

Por LUIS CHÁVEZ/CARICATURISTA

Como pólvora, como sucede en las redes, se regó la historia de las horchatas Welcome, que fascinó a tantos e inspiró a otros muchos a tal punto que empresas aprovecharon genuinamente el jalón publicitario de Darío Welcome para apoyarlo y de paso subirse en la ola mediática del momento con una exposición que les habría costado un pistarral si lo hubieran hecho con una Agencia de Publicidad.

Dos tipos de mensajes se pueden leer tras la locura viral que significó encontrar a un muchacho bien vestido vendiendo horchatas en una acera.

Los mensajes que podemos cosechar de las horchatas Welcome:

El primer tipo de mensaje es el positivo que queda a flor de piel tras los cuales se oyen cantos angelicales mientras todos nos tomamos de la mano y nos sentimos más solidarios e identificados con quienes luchan por salir adelante:

  1. La imagen es importante en los negocios.
  2. Si tienes actitud recibirás apoyo.
  3. El gobierno quiere ayudarle a la gente que quiere superarse.
  4. El éxito le llega a los emprendedores.

Pero más atrás, donde la luz de Facebook no llega, ni los likes hacen su magia, se leen otras frases, ocultas bajo la ensordecedora felicidad de los buenos samaritanos virtuales:

  1. La imagen es lo único importante en los negocios (poca gente habló de la calidad de las horchatas).
  2. No importa lo que vendás, si no sos viral no sirve.
  3. El gobierno apoya a quienes pueden significarle exposición publicitaria (recordemos la beca que le ofreció al anterior fenómeno viral de barrio conocida como La Chiki).
  4. El éxito es producto de la purísima suerte (miles y miles de emprendedores han trabajado duro por años sin recibir la más mínima solidaridad de nadie y los que han triunfado no son reconocidos como ejemplos a seguir).

¿Qué habría pasado si Welcome hubiera estado entre los buhoneros que son desalojados con frecuencia? ¿Qué habría pasado si la DEI hubiera llegado antes de que alguien posteara en Facebook su historia? ¿Quién lo habría ayudado si un par de mareros le hubieran exigido el 25% de sus ventas cada semana?

Si vamos a ponernos solidarios con historias como ésta, yo me sumo encantado, e incluyo, por supuesto, a los gobernantes, pero volquémonos con todos y cada uno de los emprendedores que día a día, haciendo baleadas, o montando una escuela, o abriendo un restaurante, o fundando una fábrica de estufas se las juegan contra todas las adversidades que un país de autoridades corruptas, de delincuencia desatada, de burocracia arterioesclerótica, y aún así mantienen la esperanza de un día vivir de su esfuerzo y darle trabajo a algunos más.

Porque si logramos multiplicar el fenómeno Welcome en nosotros, los que apoyamos, abriremos el camino que cualquier gobierno decente debe abrirle a quienes se arriesgan con sus ahorros a montar un negocito, y allí sí, podemos levantar riqueza en este país sin estar esperando que una cúpula de ladrones y aprovechados se tomen fotos con el fenómeno viral del momento y nos contaminen visualmente nuestro muro de Facebook.