La irresponsabilidad de Óscar Salas y del Olimpia

Ya no es un secreto para nadie que Óscar Salas ha perdido el control de su vida. Más que rumores, hay versiones comprobadas de la situación que pasa actualmente el talentoso volante del Olimpia.

El hecho que llegara tarde a la concentración de la Sub 23 es apenas una prueba de ello.

“Está bebiendo demasiado”, le confió una fuente del club a Radio House.

Y es una lástima.

La vida ha tratado con dureza a Óscar Salas. Su infancia estuvo lejos de ser bonita y se rodeó de personas que consumían drogas y asaltaban.

Pero gracias a personas de buen corazón, y especialmente al fútbol, logró salir del atolladero, fichar para Olimpia y comenzar a destacar.

Tal vez él no lo sabe, pero es el ídolo de muchos niños que juegan a que son Óscar Salas.

Óscar se perderá los Juegos Olímpicos de Río 2016 por su irresponsabilidad. Él, y nadie más, es culpable de esto. Se pierde una vitrina que lo pudo llevar a otras ligas, quizás de Estados Unidos o de Europa.

Y aquí, Olimpia, como institución, también tiene mucho que ver en lo que le ocurre al jugador.

“Está pasando por un mal momento, pero Juan Carlos Espinoza habla con él”, le aseguró la misma fuente a Radio House.

Se le agradece a Juan Carlos (una leyenda como jugador del Olimpia y un técnico respetado), pero esto requiere de ayuda de un profesional.

¿Cómo es posible que el club más grande de Honduras no haya contratado a un psicólogo para que le ayude a Óscar a superar el momento delicado que atraviesa?

Con toda seguridad, todavía arrastra muchas cosas del pasado. Por su bien -y el de su futuro como futbolista-, debe superarlas, dejarlas atrás y seguir adelante.

Sería una lástima que un jugador con tanto talento se estanque por sus malas decisiones, y por la falta de apoyo de todos, especialmente de su club.

Óscar Salas ha salido de peores situaciones. Nuestro consejo es que reflexione, sea responsable y que se prepare para llegar al próximo torneo al cien.

Hoy le acaban de cerrar un puerta. Muchas otras se le abrirán pero si actúa como un adulto y con profesionalismo. Él, y nadie más, tiene la llave.