Gran escándalo la de la pipol solo porque el entrenador de Alemania se metió las manos en las boloncas, en los sobacos y en el aniceto y luego se olió la mano.
Uy, qué socados que son.
Yo no vua´andar con casacas. Cuando salgo de la chamba y voy todo sudado, antes de encaramarme al bus me toco los sobacos para ver si no me truenan de jucos, porque después de estar todo un día pegando ladrillos o haciendo mezcla, ya te imaginarás que no es a rosa que uno huele.
Y vos me vas a decir… “¿No jodás, y por qué no te bañás antes, puej?”.
Como vos nunca has chambeado de albañil, te voy a contar que a veces uno sale de noche y si te quedás echándote agua te deja el bus.
¡Y vos no me vas a dar salón!
Yo tenía una chava que a veces me decía “Baby, ¿no me huele mal el pelo? Mirá que ayer no me bañé”. Y se me acercaba y fack, le tracateaba de juco, y yo me tenía que hacer el de a peso y le decía “No, amor, te huele rico”.
Cuando jugamos potra los domingos, hay unos menes que se huelen las patas después de la potra para ver si no les huelen a quesillo rancio.
Uno tiene que andar chivas por cualquier tufito raro, porque así hasta te podés dar cuenta si no te estás pudriendo por adentro y estás a punto de colgar los tenis.
Yo he visto a unas doñas todas fufurufas que se hurgan el oído y así al suave, sin que nadie las “guachéen”, se huelen el dedo.
Otra pipol saca el dedo por la ventana del carro y va jugando con bolitas de mocos… ¡Déjense se pajas, hombe! ¿Van a decir que nunca ha hecho eso?
Lo que pasa es que son tronco de uñas escondidas y no tiene de aquellos que dijimos para contar sus puercaditas.
¿Y los que pegan mocos en las sillas?
¡¡¡Bueno, chavalos, pilas, puej!!!
Saludos desde Los Pinos, el mero mero de los barrios de La Capirucha.
EL SOBADO