Tengo que contar esto porque simple y sencillamente no pasa todos los días.
Para los que me conocen -y para los que no-, les cuento: yo no soy de las mujeres que andan con carteras para venir a trabajar, creo que no han inventado una para meter todas las cosas que ando; es por eso que siempre ando mochila porque ahí meto todo.
Y todo es todo…
Claro que en la mañana la arreglo súper bien, cada cosa en su lugar, pero en la tarde, cuando voy de regreso a mi casa esa es otra cosa: solo meto y listo
Pues ayer quería llegar temprano a la casa, y resulta que tenía que tomar taxi colectivo porque no pasaron por mí. Bueno, me subí y listo, feliz, porque iba a llegar temprano y no había tanto tráfico.
Como dos cuadras antes de bajarme, abrí mi súper mochila para buscar mi monedero y pagar. Mi sorpresa es que por más que busqué y busqué no le encontré, pues la había dejado en la oficina.
Por lo general siempre ando suelto en los jeans, pero está vez lo único que llevaba era dos lempiras.
El taxista de inmediato se dio cuenta que yo no andaba nada.
“Qué barbaridad, se deben de fijar antes de subirse si andan dinero” -me dijo.
“Yo ando trabajando, no ando jugando” -siguió diciendo
“P… ¿y ahora quién me va a paga está carrera?” -preguntó
Pero fue en este comentario que, al estilo Chapulín Colorado, que la señora que iba en el asiento de en frente dijo: “Yo se lo voy a pagar”
Se imaginan mi cara de alivio, la señora me quedó viendo y me dijo “No se preocupe, mama, yo se lo voy a pagar, hoy Dios me ha bendecido tanto que de alguna manera tengo que agradecerle”.
Definitivamente todavía existen personas tan nobles que andan ahí por la vida, alegrándole o salvándole el día a personas como usted y como yo, que por salir a la carrera se me olvidó el monedero.
Obviamente no conozco a la señora, ni se dónde encontrarla, tampoco creo que lea esto pero, si me la vuelvo a encontrar segura que le voy a pagar el gran favor que me hizo de prestarme -o regalarme-, los 13 lempiras del taxi colectivo.
Honduras todavía tiene esperanza…