La sociedad hondureña está sufriendo, se perdieron muchas cosas de las cuales jamás vamos a recuperar.
Sin embargo, tenemos la capacidad de poder hacer pequeñas acciones que acumulados uno tras otros, generarán grandes cambios.
Estamos sumergidos en el conformismo y nos acostumbramos a la muerte, se hizo tan cotidiana que ya poco o nada nos afecta cuando nos cuentan que asesinaron a alguien, ni siquiera arrugamos la cara; a menos que se trate de algún amigo, conocido o familiar.
No es posible que lamentemos la muerte de personas en otros países y no hagamos nada por cambiar la situación en nuestro propio país, donde los ciudadanos caen abatidos como gotas de lluvia en tormenta.
Podemos trabajar para alguna empresa, compañía privada. Lo que no es permitido es que dichas empresas o trabajos nos quiten los ideales. No están autorizados a interferir en nuestra manera de pensar o actuar.
Las ideas, los principios, la lealtad y los convenios de palabra deberían ser la mejor arma que poseamos como sociedad, sin entrar en acciones que dañen o perjudiquen a las personas con las cuales tratamos.
Aplicando y practicando la fe. Sin dejar de lado los placeres de la vida. Utilizando la imaginación, encontrando el gusto por hacer cosas que ayuden a los demás.
Extender la mano no está de más. Siempre hay alguien que lo necesita y lo más importante aún, siempre existirán ocasiones donde vamos a necesitar ayuda.
La interpretación a todo esto: No seas indiferente, amá y queré sin medida, compartí, pero, no lo que te sobra, si no, lo que creas que otra persona está necesitando.
Hablá con todos y saludá, aunque no te contesten, porque hasta eso se ha perdido. Los “Buenos días” y las “Buenas Noches” entraron a ser especies en peligro de extinción.
Escuchá a los que necesitan desahogarse.
No te aferrés a lo material. Porque es donde nace la codicia y la avaricia, luego, se convierte en un inmenso problema.
Practicá el amor, la dicha, los consejos positivos y sobre todo, las buenas costumbres.
El Gran Arquitecto del Universo es luz. Estamos llamados a esparcirla por todos lados, sobre todo con aquellas personas que están en tinieblas.
Después de todo, regalar una sonrisa, un abrazo, un consuelo, un pedazo de pan, un plato de comida, un vaso con agua, una cobija, no te quitará, al contrario, te dará satisfacción y te llenará el pecho de orgullo. Quien quita y hasta se te hace costumbre.
Estamos llamados a ser el cambio. A ser el motor de arranque de una sociedad que se sumergió y que muy pocos quieren rescatar.
Seamos la voz de los que no la tienen.
¡Honduras debe cambiar!
Aplíquese a cualquier país donde la violencia, la corrupción, la indiferencia y la intolerancia dominan la sociedad.
Agradezco a mis queridos amigos Guido Oquelí, Giselle Cruz, Mario Joel, porque de una simple plática en chat, se originó esto.