A diferencia de los grandes teatros del mundo, el MEMORIAS no está ubicado en una avenida lujosa, ni frente a un río caudaloso y transparente.
Su dirección es mucho más modesta: barrio La Plazuela, en el centro de Tegucigalpa, entre Café Paradiso y el restaurante china Royal Palace.
Tampoco es un teatro inmenso con butacas de cuero, ni cortinas de seda del Oriente. Y no tiene lámparas bañadas en oro.
Es que el MEMORIAS no es un teatro propiamente dicho: es una casa (acogedora, humana, cálida), con anfitriones de lujos que en la vida real son directores y actores de teatro de primer nivel y sin pose de divos.
A pesar del estrés que implica el montaje de una obra, Tito Ochoa y sus muchachos lo reciben a uno con sonrisas.
Aquí, en este rinconcito de la ciudad, ocurren cosas milagrosas los días de funciones -jueves, viernes y sábado-, y de repente uno se siente como en uno de esos grandes teatros del mundo, no por las cortinas o las sillas, sino por la perfecta ejecución de cada una de sus obras, ya sea FISCALES EN APUROS, MONÓLOGOS DE LA VAGINA, LA TRAMPA, STRIPTEASE…
LA CASA DEL TEATRO MEMORIAS es un lugar subversivo e incendiario, porque te mete una bomba molotov en el cerebro, en el alma, en el corazón, y te hace pensar, sentir, vibrar, reír…
Te abre los ojos y de repente descubrís una realidad que siempre ha estado alló
¡Aquí te sentís vivo!
Pero no nos confundamos. Lo que Tito Ochoa y Marey Álvarez, José Luis Recinos, Inma López y Óscar Quiroz y Jean Navarro no es arte panfletario y barato.
Obviamente, cada uno tiene su ideología y forma de ver el mundo y al país; sin embargo, no caen en el insulto barato y demagógico.
Porque lo de ellos es el TEATRO. Así, en mayúscula, y eso, en países como el nuestro, eso es subversión.
Vale la pena llegar a MEMORIAS… pero temprano. Pues sus funciones son a sala llena. Y eso, en un país en el que el se privilegia al fútbol sobre todo lo demás, eso también es subversivo.
Pero no vayás al teatro pensando “Iré a apoyarlos”. Porque no es ninguna caridad la que les estás haciendo a estos locos.
Y ni ellos están mendigando tu presencia.
Andá porque el teatro es maravilloso y te hace bien a tu estado de ánimo y te saca del apendejamiento y de la amargura.
Y porque aquí serás feliz. Inmensamente feliz.








