Colombia todavía no sale del shock provocado por el caso de Yuliana Samboní, la niña de siete años que fue secuestrada, violada y asesinada en Bogotá por un reconocido arquitecto.
La pequeña jugaba frente a su casa, ubicada en un barrio pobre de la capital colombiana, cuando fue introducida a la fuerza a una camioneta.
El asesino es Rafael Uribe Noguera.
Miles de niños hondureños están expuestos, desgraciadamente, a sufrir un trágico final como el de Yuliana. En los bulevares, anillos periféricos y calles desoladas es común ver a pequeños estudiantes que caminan solitariamente a la escuela, o regresan de la misma.
Nuestro llamado es a los padres o encargados para que no se confíen, a que no se descuiden y a que no dejen solos a sus niños un solo segundo, porque los delincuentes andan al acecho a toda hora.
A veces, el propio peligro está cerca, con padrastros y madrastras de corazones perversos, tíos, tías, amigos, vecinos…
