Carlos Riedel: “El vicio casi me destruye…”

Hace mucho tiempo, cuando yo vivía en Comayagua, mi abuelo ponía religiosamente Hoy Mismo. Recuerdo que decía: “Ese Riedel es gallo”.

Hoy, muchos años después, comprendí a ciencia cierta a qué se refería mi abuelo Luis.

Tuve el honor de entrevistar a una de las caras más famosas que tiene la televisión nacional, quien nos contó de sus comienzos, de su carrera, de sus tropiezos. Espero disfruten tanto, como lo hice yo, cuando hablé con don Carlos Riedel.

 

¿Cuántos años como periodista?

Como periodista, podría decir que desde 1970. Fue cuando ingresé como gerente de canal 3. Venía de HRN, se me hizo una oferta para laborar, acepté el reto que implicaba salir de la radio y llegar a la televisión.

¡Perfecto! Cuéntenos: ¿Cómo nace la carrera de Carlos Riedel?

Más que todo, uno debe de soñar. Yo desde muy niño siempre soñé con ser un narrador deportivo. Puedo recordar que a la hora del baño, muy temprano en la mañana, mi padre me levantaba, con mucha disciplina, un señor alemán, y a las 5:30 de la mañana, estaba religiosamente todos los días en el baño.

Durante me bañaba, empezaba a narrar un partido de fútbol imaginario, quería ser narrador.

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¿Qué pasó en el camino?

Nunca lo logré. Alcancé a llegar a una radio que se llamaba: “Radio Morazán” eso fue como en el año 1956. Más o menos, con dieciséis años de edad.

Ahí comienzo a dar mis primeros pasos como locutor, como Disc Jockey, ponía la música de Elvis Presley. Era mi música favorita, era mi adolescencia, nos vestíamos y andábamos como él quería. Cambió todo el panorama que era la programación musical de aquel tiempo, cambiaron las costumbres de los jóvenes, dentro de esa juventud estaba yo.

Así comienzo a dar mis primeros pasos y tengo la intención siempre de buscar hacer cosas nuevas. Una emisora donde únicamente lo que hacía era complacer a las personas que llamaban para pedir su música, locutaba y ponía los discos.

Era algo animado, en ese tiempo se dio un hecho político, histórico en la vida política de Honduras porque después de muchos años del gobierno de Carías, vino una época donde cambiaron las cosas, había que elegir a otro presidente, después de Julio Lozano, Juan Manuel Gálvez, se dio la oportunidad para que los sectores políticos se pudieran sentar en el Congreso Nacional y tener un presidente nuevo, claro, esa transmisión la hacía únicamente HRN, con otra radio que no recuerdo cual era. Pero, cuando vi aquello, quería hacer eso, sin conocer y sin darme cuenta de cómo se hacía. El hecho era hacer algo. Me sentía en una radio musical en una cabina de transmisión y no podríamos hacer otras cosas más que eso.

¿Qué le dijo Don Carlos?

Le dije al dueño de la radio: ¿Señor, por qué no transmitimos?, me dijo: Bueno Riedel, ponga usted los aparatos, los instala y transmita.

Más que todo era pura emoción de joven, con deseos muy grandes de salir adelante, me fui al Congreso Nacional, como pude, preguntando, logré instalar los aparatos de transmisión a control remoto.

Después me di cuenta que mi voz estaba al aire en radio, aun cuando estaba probando los aparatos, entonces, había que empezar a transmitir. Pero, fíjese que no conocía absolutamente nada de lo que se podía manejar en una transmisión de ese tipo.

Entonces, ¿usted estaba micrófono en mano, pero sin saber que decir o hacer?

Efectivamente Herman, no sabía qué hacer, sabía que estaba en el Congreso Nacional pero no sabía que decir.

Estaban todos los diputados, eran unas sesiones calurosas, violentas, mucha entrega y mucha discusión. Esto fue en el año 1957.

Entonces así comencé a tratar de entrar en un mundo de seriedad en los medios de comunicación. Me paré detrás del locutor de HRN, entonces lo que él iba diciendo, Carlos Riedel lo iba repitiendo. Esto se lo digo con mucho orgullo porque uno de joven no debe quedarse quieto, debe ser emprendedor, atrevido y comencé.

El que narraba para HRN era Nahun Valladares, un joven con mucha capacidad en ese tipo de trasmisiones, entonces, por donde él andaba, me ponía al lado de él. Así hasta que los representantes del pueblo en una Asamblea Constituyente eligen al nuevo presidente del Partido Liberal, Ramón Villeda Morales.

Habían disparos en las calles, la gente gritaba con banderas, era una fiesta en todo Honduras, todo mundo estaba alegre porque se había logrado lo que tantos años habían ambicionado los liberales. Fui participe de una transmisión de ese tipo, sin ningún conocimiento, pero, la hice.

Ese día, Don Ferrari quería hablar conmigo, en aquel tiempo lo que más ambicionaba uno era llegar a HRN, gente profesional, locutores con una capacidad enorme, todavía no los hay en este tiempo, profesionales universitarios con grandes voces, muy cultos, gente educada.

En aquel tiempo no se podía tocar un micrófono si no se tenía cultura y formación. Me dice Ferrari: “Mira, te estuve escuchando y sos muy bueno”, pero, la verdad es que había escuchado lo que Nahúm narraba, pero, en mi voz.

Claro, acepte encantado, junto con Manuel Villeda Toledo que me dice: “Muy bien”. Probé por primera vez mi voz, fue espantoso lo que llegue a escuchar. No tenía la capacidad para poder competir con voces hermosas, de mucha cultura, voces gruesas, como la de Brevé Martínez, Gustavo Acosta Mejía, Nahúm Valladares, voces de gente profesional, el Doctor Odeh-Nasralla. A ellos los preparó Don Rafael Ferrari. Padre.

¿Cómo se sentía al lado de ellos?

Sentí que no podía, definitivo. Había un nivel muy alto, yo era muy joven y lo único que sabía hacer era poner discos, pero, cuando vi que no podía competir, no me voy de HRN, entonces, me quedé como radio operador.

Aquí comienzo formalmente a trabajar en una radio que tiene otra visión, una emisora musical, en vivo, radio novelas, me convertí en musicalizador de novelas.

Grababa anuncios, escribía anuncios, así, fui avanzando, hasta que poco a poco llegue a conocer estudios de mercado, hacia encuestas en los barrios. Aprendí a sacar rating, costos por millar. Al poco tiempo Ferrari me hizo asistente.

Luego nacieron otras emisoras, Radio Éxitos, Radio Mil, Radio Centro, hubo competencia y había que hacer lo mejor.

¿Es verdad que fue vigilante?

Si, en todo este trayecto que le conté en HRN. Pues, resulta que me quedé muy solo aquí, mis padres se fueron a Costa Rica, no me quería ir, amaba la radio, es algo que no se puede dejar, decidí quedarme, pero, necesitaba otro ingreso.

Hubo una oportunidad, el vigilante que había en HRN, se murió, entonces tomé ese puesto, me pagaban por la radio y por ser vigilante.

¿Cómo hacía con el tiempo?

Pues era vigilante, pero pasaba dormido. ¡Ja ja ja!

Debo admitir que tuvimos que interrumpir la entrevista para tomar agua, realmente nos causó muchísima gracia.

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Imagine que me tocaba abrir transmisión a las 4 de la mañana, era el operador de radio matutino, es donde viene una época de mi vida, porque Gustavo Acosta Mejía, era el director de radio matutino, en aquel tiempo la capital era muy fría, es un clima muy agradable, templado. Estaba rodeado de pinos, arboles de todo tipo. Con lo poco que ganaba pues me tocaba estudiar y trabajar, estaba en el Vicente Cáceres, sacando mi bachillerato, entonces, era duro desvelarse con frío, había que grabar de 11 de la noche a 4 am. Desvelado me tocaba ir a clases en la tarde, entonces, ahí con el poco dinero que ganaba, para protegerme del frío compre una chumpa color rojo y el Gustavo era de esos cachurecos empedernidos que le cae mal el color rojo.

Me decía: “Mira cipote, quítate esa chumpa por favor”. Pero no le hacía caso, un día él, a la hora de despedir el programa “Diario Matutino” dijo así: “Les habló Gustavo Acosta Mejía, en los controles Riedel y Capa Roja”. Esto me marcó para siempre, porque la gente piensa que mi apellido es Capa Roja. Incluso me mandan correspondencia con ese apellido, incluso a mis hijos les dicen: “Capa Rojitas”.

HRN siempre ha tenido una cobertura impresionante, un impacto social muy marcado, con el tiempo viene una fusión y nace Emisoras Unidas, me nombran productor, hacía las promociones de todo el sistema, escribía y producía.

Luego vino un momento donde hice un programa que se llamaba: “El rápido Riedel”, en vivo, la gente venía a ver. Ponía la música en 7 segundos. Nunca me ganaban, sino, perdía el disco. En la cabina llene de clavos la pared, todos los días en el mismo clavo, ponía los discos, no variaba el orden.

Mario López Urquía que más tarde fue piloto de Tan Sahsa, era un animador muy bueno, motivaba a la gente para que llamaran y gánele al rápido Riedel. Consistía en que la gente llamaba por teléfono, pedía una canción y en menos de 7 segundos, yo tenía que ponerla para que sonara en la radio. Si me ganaban, entonces, el disco era de la persona que llamó.

¿Cómo llega a la televisión Don Carlos?

Cuando viene la fusión de Emisoras Unidas, vino la compra de Canal 5 que pertenecía a la familia Lardizábal, entonces, don Ferrari y Manuel Villeda optan por entrarle a ese campo de la televisión, son unos triunfadores, es un éxito lo que han hecho.

Ocupé varios puestos en Emisoras Unidas, como productor, jefe de personal, coordinador de noticieros, un día, me dice Manuel Villeda: “Riedel, deberías hacerte cargo de canal 3”. Entré como gerente general de canal 3 en el año 1970, es ahí donde inicio mi participación en televisión.

Jacobo Goldstein tenía un programa, me servía mucho, ver noticias internacionales, pasé una de las vergüenzas más grandes que he tenido en la televisión, siempre he sido creativo y rápido, cuando estaba leyendo en vivo el segmento de noticias internacionales, vino Jacobo, me puso un papelito y un lápiz al lado, me dijo: “Este segmento es patrocinado por Cross”, entonces, estoy leyendo el papelito, tomo el lápiz al final y digo: “Cross, 18 quilates de personalidad, lo más máximo”. Para mí eso fue penoso, no volví hacer la sección, en aquel tiempo eso no era permitido, ahora cualquiera dice cualquier cosa.

Hay que tener vergüenza porque estas mostrándote e informando a la gente, por eso nunca hay que hablar más de lo necesario.

Siendo gerente, me tocó buscar maneras de competir con otros canales, sobre todo con Canal 5 que tenía toda la atención, tenía novelas a color, nosotros teníamos una cobertura mala, había que crear algo, para poder competir, entonces se nos ocurrió hacer un noticiero, pero que se quedara para siempre.

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¿Cómo lo creó?

Pues fíjese que con amigos en Miami, unos cubanos, pedía que me grabaran los noticieros de las cadenas de Estados Unidos: CBS, ABC, NBC, los que pasaban entre 6 y 8 PM, me los mandaban al día siguiente por Sahsa, en la tarde los recibía, así comenzamos a ver como se hacía un verdadero noticiero, en aquel tiempo no existía la Escuela de Periodismo. Así fue como realmente nació este proyecto, como se manejaban las cámaras, la iluminación, como se manejaba la noticia, como presentaban, después de esto, Manuel Villeda aceptó el proyecto, pero, no nos dejó salir al aire, hacíamos todo el noticiero, pero no salíamos al aire.

Era grabado al inicio, no lo hacíamos en vivo, hasta que Don Manuel se convenció y saco el programa al aire, siempre pensé que lo había hecho para un periodista que iban a contratar, me lleve la sorpresa cuando me dijeron que quien debía hacerse cargo en presentar las noticias era yo, por ser el gerente. Vuelvo nuevamente a las cámaras. Junto con Adolfo Hernández porque fue uno de los fundadores de Hoy Mismo.

Salimos al aire el 6 de julio de 1979. Con el nombre Hoy Mismo y con todo lo que significó.

¿Cómo hicieron el formato para competir?

Fue difícil porque no había experiencia, éramos nuevos en esto, pero, en Nicaragua se dio un hecho político importante, los Sandinistas estaban entrando a Managua, derrocando el gobierno de Somoza. Esa guerra la transmitía a diario desde las calles, NBC, CBS, ABC y eran los noticieros que me enviaban grabados desde Miami, entones, al recibir esos casetes los transmitía en Hoy Mismo al día siguiente, estábamos transmitiendo la guerra de Nicaragua, eso nos dio un empuje, más las reacciones con el gobierno de Honduras y con algunas personalidades que opinaban sobre esa situación que se daba en Centro América, nos levantó el rating, a tal grado que la gente empezó a sintonizar el noticiero, fue un éxito, los anunciantes comenzaron a llegar, lo empezamos a tirar a nivel nacional, con repetidoras en San Pedro, Tela, Ceiba, después Comayagua, eso es lo que hoy se conoce como Telesistema, un éxito, naturalmente, era yo quien presentaba, fue una época donde me dio mucho auge y las cosas cambiaron en mi vida, todo fue muy distinto, ya no era el muchacho joven, ya tenía yo otra formación, me sentía satisfecho, aun siento esa satisfacción de haber logrado ese éxito con Hoy Mismo.

Fue una historia bonita.

¿Cuánto tiempo estuvo en Hoy Mismo?

Empecé en 1979, salí como en 1998, más o menos.

¿Por qué salió de Hoy Mismo?

Ese es un tema delicado, pero estoy listo para hablarlo aquí con usted, Herman.

La vida de Carlos Riedel cambia cuando el éxito llega, un muchacho que surgió del esfuerzo, de emprendedurismo, de tratar de hacer bien las cosas, pero, no estaba preparado para enfrentarse al éxito, entonces aquello me abre las puertas de la sociedad. Comienzo asistir a todas las reuniones del gobierno, recepciones en cuerpos diplomáticos, no podía faltar Carlos Riedel.

Después los viajes por todo el mundo. Me abre las puertas del éxito, comienzo a ganar mucho dinero, era un personaje y naturalmente comienzan las debilidades: Alcohol, mujeres, de pronto llegaron las drogas. Algo que fue nuevo en mi vida y que no lo supe manejar, eso me hace divorciarme, perder mi familia, es decir, uno no piensa ya en esas circunstancias, no estaba yo entrenado para enfrentar eso.

Es en este momento donde me veo obligado a retirarme, ya no podía trabajar, la empresa ya no podía sostenerme y salí de Televicentro.

Aquello fue terrible, a tal grado que tuve que ir a clínicas, desintoxicarme, no podía sostener el vicio, comencé a vender lo que tenía, todas las cosas que había obtenido: Carros, casas, cuentas de banco, todo se vino abajo. Osea, el Riedel serio que veían en la pantalla, serio y comprometido, tenía dos tipos de vida, el que miraban en la televisión, pero, una vez que salía del programa era un vicioso, un hombre que no le importaba nada absolutamente, perdió su condición de hombre que había sido construido con una disciplina de avance, de dinamismo, de cosas positivas para convertirse en alguien que el vicio lo dominó. Fue muy duro eso.

Muchos años caía y me volvía a levantar, incluso, Don Manuel Villeda me mando a una clínica en Mazatlán, es una clínica donde van los famosos mexicanos, ellos me mandaron con los gastos pagados de la empresa, me fue bien, pero al poco tiempo cuando vine, volví a recaer, tuve esos bajones. Me dieron varias oportunidades, pero, llegó un momento en que ya no pudieron, me tuve que enfrentar a una situación muy difícil, hasta que llegué a una clínica en Catacámas, y comencé a lavar ropa, barrer los pisos, cambiar, a como diera lugar.

Naturalmente esto vino acompañado de una enseñanza espiritual, había un Riedel que había que conocer, ese que estaba en mi interior y que no lo conocía, es donde entro a las cosas divinas y espirituales, me ayudaron tanto que me fortalecieron, al fin logré salir de ese infierno. Siempre ando con el cuidado de no volver a caer en esto, ya soy un hombre mayor, con muchos años encima, ya no estoy para juegos, pero siempre con el deseo de estar en los medios de comunicación.

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¿Cuántos años tiene Don Carlos?

Tengo 76 años de vida, comencé a los 16 en los medios, son 60 años en este trabajo.

¿Cuánto han cambiado los medios de comunicación?

Muchísimo, ahora son una maravilla.

Estuve como gerente de prensa en otro canal.

Manuel Villeda siempre cree en mí, lo busco, me recibe y me dice: “Te has perdido, las puertas están abiertas siempre para ti”.

Así nace el nuevo proyecto de HRN, él mismo (Don Manuel Villeda) le pone el nombre: “Carlos Riedel Presenta” porque dijo que es el nombre de una persona que la gente respeta y quiere mucho a pesar de las cosas que hice, siempre encuentro mucha nobleza dentro de las personas.

¿Cómo lo ha recibido la gente en HRN? ¿La audiencia?

¡Eso es una maravilla, Herman! Me han recibido muy bien.

Volví como el hijo pródigo a HRN, de todo me han dado, me han ayudado, me han levantado, me ha encantado todo, entonces, estas son las cosas que llegan después de lo que tanto he pedido en las oraciones y han correspondido.

La gente ha respondido también, es una buena audiencia, es una buena hora de 4:30 a 5:30 de la tarde. Estamos haciendo un programa de análisis, de debates, de diálogos, temas de actualidad. Gracias a Dios con la experiencia que Dios me dio se hacen las cosas como deben hacerse con el respeto y siempre buscando el beneficio para Honduras con la labor que hace uno como orientador de la opinión pública.

Entonces, gracias a Dios, vamos a seguir adelante, yo les digo a todos que Riedel va a estar hasta el último día, porque separarse de los medios de comunicación, es muy difícil, usted que está en esto lo sabe muy bien.

A mí me dicen a cada rato: ¿Riedel, cuando te retiras?. Nunca, no me voy a retirar nunca.

¡Se termina hasta que se termina!

Así mismo, cada día hay cosas nuevas, los avances tecnológicos están a la mano, ahora no necesito comprar diarios o una computadora para informarme, toco la pantalla y me puedo comunicar con quien quiera, tengo fotografías, tengo artículos, es decir, hemos llegado a una perfección de avance, donde no sabemos dónde vamos a ir a dar con esto.

Me gusta la labor que están realizando ustedes como jóvenes, son más dinámicos, más rápidos, piensan más, tienen al alcance tantas cosas que si se sabe manejar los medios como debe ser, vamos a lograr mucho. Es una generación de la cual nunca espere ver jamás.

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Don Carlos, supe que estuvo interno hace muy poco. ¿Qué le pasó?

Antes de entrar al programa de HRN, ya estando en pláticas con el señor Villeda, en noviembre asistí a una boda en Tela con mi familia, la gente me saluda.

Tuve que atravesar un salón, se me atravesó un muchacho que me dijo: “Don Carlos, desde que yo estaba chiquito, mi papá ponía su noticiero”. Sentí que el muchacho estaba pasado de tragos, lo atendí con mucho gusto, pero, él no andaba muy bien. Le digo que voy al baño, el muchacho me abraza y no me suelta, cuando vamos bajando las gradas él puso mal los pies y nos fuimos rodando un montón de gradas y me abrí la pierna.

Al día siguiente me vine para Tegucigalpa, fui a una clínica para que me limpiaran la pierna, me pusieron anti tetánica, antibiótico, muy grande la herida. Me dijeron venga mañana, hasta que pasaron 8 días y me dijeron ellos: “Don Carlos, esto no sana”. Mi pierna ya estaba roja, tenía fiebre, las cosas no andaban bien. Había que internarse de emergencia.

Tengo un nieto que es Doctor, Gustavo Riedel, me dijo: “Abuelo, vengase para acá al San Felipe”.

¡Somos amigos con Gustavo! Salesianos.

Me internaron, me dijeron: “Usted tiene que quedarse internado, esto no es así nada más”. Resulta que soy diabético, pensé que iban a quitar mi pierna, me puse nervioso, pero, la atención que me dieron fue muy buena. Ellos salvaron mi pierna, ahora tomo pastillas para la diabetes, poniéndome a dieta, cuidándome, dando gracias a Dios.

Hay Carlos Riedel para rato, siempre digo: “Antes éramos jóvenes y bellos, ahora, solo somos bellos nada más”. Hay mucha sabiduría y experiencia en los medios de comunicación.

¿Quiere dejar un mensaje final Don Carlos?

Siempre hago este mensaje, porque la vida de un hombre si no tiene el conocimiento necesario para poderlo manejar de nada sirve todos sus triunfos y todos sus éxitos.

Fue lo que me sucedió a mí, por no saber administrar bien las cosas, los jóvenes de hoy están expuestos, ahora muchos más, con tanta delincuencia, crimen organizado, drogas, es preocupante lo que puede suceder, hay que saber manejar esto.

Aquellas personas que todavía me escuchan, a las que me vieron, yo algún día los engañé porque vieron otra personalidad en las pantallas, pero en el mundo detrás de cámara era otra cosa, yo les pido perdón. Perdón porque no soy perfecto, pero, ahora quiero ser mejor.

Es la primera vez que me quedo sin un cierre para una entrevista, porque él lo ha dicho todo, aquí con los ojos llenos de lágrimas por un testimonio tan vivo, tan profundo, que tuvo el valor de aceptar sus errores y reconocer públicamente que se equivocó, tiene la humildad para pedir perdón, aunque no sepa quienes lo ven o lo escuchan.

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